Una de las estaciones del Sistema de Alerta temprana contra Misiles Balísticos. Foto: Wikimedia

23 de Mayo de 1967. El alto mando de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ponía a sus aviones equipados con bombas nucleares en estado de máxima alerta. Un ataque sin identificar había dejado fuera de combate el Sistema de Alerta temprana contra Misiles Balísticos (Ballistic Missile Early Warning System o BMEWS) y los militares lo interpretaron como el paso previo a un ataque por parte de la Unión Soviética.


Al mismo tiempo que el alto mando daba sus órdenes y se preparaba para lo peor, el Centro de Dinámicas Solares, en aquel entonces dependiente del NORAD, emitía un comunicado advirtiendo de una severa tormenta geomagnética que iba a afectar a todo el planeta en las próximas 48 horas.
El informe no tardó en llegar a la Fuerza Aérea y, afortunadamente, alguien con dos dedos de frente ató los cabos necesarios. El sistema de alerta temprana con el que Estados Unidos vigilaba posibles lanzamientos nucleares en plena guerra fría no había sufrido ningún ataque proveniente de ningún país. Sus antenas habían quedado fuera de combate por culpa de una llamarada solar.


Imagen del Sol tomada en mayo de 1967. Las manchas claras corresponden a las regiones de las que provino la eyección. Foto: NSO

Cuando las partículas cargadas de una eyección de masa coronal de especial intensidad chocan contra la atmósfera terrestre generan una potente descarga eléctrica que actúa como un pulso electromagnético. Todo lo que flota por encima de la ionosfera corre el riesgo de ver interrumpidas sus comunicaciones o incluso quedar temporalmente fuera de servicio. Las antenas enfocadas tan alto como las del BMWS también se ven afectadas.




Además, no se trataba de una tormenta solar cualquiera. El 18 de mayo de 1967, los astrónomos observaron una inusual concentración de manchas solares. Pronto, la concentración dio paso a una brutal cadena de eyecciones de masa coronal dirigida hacia la Tierra. La tormenta geomagnética resultante provocó interferencias de radio en todo el mundo y unas auroras boreales tan bestias que se pudieron ver durante una semana en latitudes tan septentrionales como Nuevo México.
Todo esto es noticia hoy porque los documentos relativos al caso acaban de ser desclasificados y se publicarán pronto en Space Weather. El centro de observación de dinámicas solares que hoy nos informa puntualmente del clima espacial comenzó su andadura en 1960. Para el año del incidente emitía boletines diarios. Uno no deja de preguntarse qué hubiera pasado si ese programa de astronomía no hubiera recibido luz verde.